domingo, 5 de noviembre de 2023

El Abuelo: una casa que cambia

 En la cocina, había diferentes tipos de sartenes, unas grandes y otras pequeñas. Había un Mini Dragon preparando unos huevos fritos con bacon, poniéndolo todo en los pequeños platos de los Mini Dragons.

-Hey, como creo que te volverás un poco loco con todos nosotros llamándonos igual...-me dijo mi amigo.-Llámame Monkey, aunque tú lleves toda la vida llamándome Mini Dragon.

-Estoy de acuerdo, Mini... Perdón, Monkey.-contesté con una sonrisa. Me senté a la mesa, en la que estaban los familiares de Monkey. Estaba su mujer, su hermano, sus padres, sus hijos... 

-¡Hola, Abuelo!-exclamaron, cuando me senté con ellos. La familia de Monkey ya me conocía, pero nunca me llegaron a conocer tan bien como me había conocido Monkey. Aquella vida ya quedaba muy lejana para todos nosotros. Quién iba a pensar que todos conoceríamos un lugar del que sólo habíamos oído hablar por cuentos, y de verlo en vídeos...

En las paredes, habían otros dibujos, igualitos al de Jonathan. En uno de ellos, el que tenía más pinta de haber sido sacado de una serie de dibujos infantil, ponía: "De Jonathan, hermanito". No se daban detalles de la fecha, pero aquel chaval, Jonathan, me resultaba importante de alguna forma que desconocía para esta casa. Parecía que la casa misma contara las historias de Jonathan.

Desde luego, había otras versiones de estos cuadros por toda la sala. Todos ellos tenían la firma de Jonathan, con años entre 2010 a 2019. Otros de ellos, que no tenían fecha, tenían pequeñas frases escritas, como "OJALÁ ESTO SE HAGA FAMOSO" o "UN REGALO PARA LA FAMILIA".

Comencé rápidamente a deducir que nuestro amigo pintor, Jonathan, se ocultaba detrás del papel como un artista extraordinario, con el propósito de volverse famoso, y su familia era una parte muy importante de su vida para él. Él podría haber creado la casa por sí mismo, y haber colgado aquellos dibujos en las paredes. A lo mejor, los dibujos eran los planos de la casa, y estaban allí para mostrar que sí, los sueños más fantásticos llegan a cumplirse. Este chaval, Jonathan, ocultaba una historia complicada de comprender...

Tras desayunar, me levanté para volver a la sabana. Quería explorar, y sobre todo, sacar más fotos de las que había sacado. Así, cogí mi cámara, una botella de agua, y me dirigí hacia un lugar que había visto ayer: un lugar en el que todo estaba vacío, excepto un viejo árbol.
También fui a ver otros lugares. Vi leones, elefantes, cosas totalmente nuevas para mí. Estos animales, en mi mundo, no eran más que cuentos, leyendas. Pero poder ver que algo así de verdad existía... fue muy interesante.

El sol se puso, y decidí que era hora de volver a la casa. Recogí mi cámara de fotos, y me fui andando a la casa en la que los Mini Dragons me acogían. En media hora llegué allí. Esperaba no presentarme tarde para la cena.

Abrí la puerta. Sin prestar atención de lo que podía haber al otro lado, crucé el umbral, y me di cuenta de que aquel lugar no era la casa. No podía ver mucho, ya que era de noche, pero oía las olas romper contra la orilla de una playa. Claro... ¡una playa!

Vi a los Mini Dragons escondidos por ahí. No había nadie en la calle... ¿de qué temían, pues? Me dirigí hacia ellos, y Monkey soltó un suspiro de alivio al ver que se trataba de mí.

-Amigo... ¿qué ha ocurrido?-pregunté, bastante preocupado por la expresión de miedo en la cara de mi amigo.

-Aquella casa es mágica... ¡Nos ha transportado a un lugar totalmente nuevo!-exclamó Monkey, señalando una casa de madera, que tenía la puerta abierta. Del otro lado, como podríais suponer, se veía la sabana.

-¡Vaya!-me reí. Aquella situación era imposible, pero interesante al mismo tiempo. Esta no era una casa normal, y si mi teoría era cierta... ¡Jonathan estaba implicado! ¿De qué se trataba? ¿Era Jonathan un mago, o era la casa la que era mágica en el primer lugar?

-No sé de qué te ríes, Abuelo...-murmuró uno de los hijos de Monkey, que se había acercado a él.-No creo que sea momento de reírse ahora mismo.

-Esto no es preocupante...-me expliqué, pero los Mini Dragons opinaban algo totalmente diferente de la situación.-¡Seguramente esto vuelva a su estado normal, amigos!

Decidimos dormir. No ganábamos nada si seguíamos allí, con los nervios de que algo malo podría estar pasando. Yo prometí hacer guardia, para que los demás estuviesen tranquilos, algo que bien fue una mentira gigantesca, ya que me dormí a los quince minutos.

Me desperté otra vez con el amanecer. Monkey y su hija más pequeña estaban despiertos, sentados en la orilla de la playa. La hija de Monkey preguntaba qué eran esos animales, los cuales eran cangrejos y peces. Yo me senté con ellos, observando el mar.

¡Qué sorpresa por mi parte al ver a otros de mis viejos amigos! Allí se encontraban una esponja amarilla, pero que era humana. Y a su lado, un calamar que también era humano. Estos eran viejos amigos, ¡Bob Esponja y Calamardo!

Monkey no los conocía. Él nació un poco después de que Bob y Calamardo fuesen al mundo real. Se nos había hablado de su éxito. Se habían convertido en una serie animada que arrasó en todo el mundo, si no me equivoco. Durante el resto del día, estuvimos hablando y, por supuesto, sacando fotos.

También encontramos un casco de astronauta en el océano, y lo recogimos. Dentro de este casco (que veis en una de las fotos) había una inscripción: "Jonathan: esto es para un destino que está más lejos que este planeta: LA LUNA". Jonathan volvía a aparecer.

Bob me contó que estábamos en una playa de los Estados Unidos, y que habían llegado allí al salir de las pantallas de los televisores. No recordaban cómo habían llegado hasta allí, tan sólo que, al despertarse de un sueño profundo, estaban allí.

Ellos... tenían alguna información sobre Jonathan. Dijeron que, de vez en cuando, veían ciertos artilugios con su nombre en ellos. ¡Jonathan, amigo mío, también eres inventor!

Entonces se me ocurrió una idea: deberíamos averiguar quién era Jonathan. Desde luego, él debía de ser alguien importante, misterioso, pero desde luego haría algunos avances tecnológicos que resultan sorprendentes, a juzgar por los objetos que encontraron mis amigos. 

Nuestra base sería la casa de la sabana, pero tristemente aquel día no pudimos acceder a ella: la puerta estaba cerrada con llave. ¿Era la magia la que nos rechazaba? Sin embargo, no teníamos pensado detener nuestra investigación por esto...








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