lunes, 6 de noviembre de 2023

El Abuelo: los animatrónicos

 Aquello no tenía ningún sentido. ¡Un sueño... real! Intenté despertar a mis amigos, pero me di cuenta de que allí no estaban. Les llamé, pero no hubo ninguna respuesta. Yo me encontraba en una clase de sala, de comedor, con mesas y sillas plegables por todas partes. Había posters de animales por todas partes.

Oí una música que sonaba desde muy lejos. Era como una cajita de música. Intenté alejarme del ruido, estaba más que seguro que no podía indicar nada bueno. Así que corrí hacia el pasillo más cercano.

El pasillo llevaba a muchas salas, donde parecía haber figuras, quietas, silenciosas. Pensé (o al menos lo intenté) que aquello era producto de mi imaginación. Pero tras ver un sueño muy alocado ser real, ¿qué y qué no podía ser real en aquellos instantes?

Una puerta al final del pasillo daba a una sala muy amplia, que me llamó mucho la atención. Allí había partes de robots a medio construir, robots animales. En mitad del lugar, había un robot muy semejante a un conejito... sólo que no lo era. 

El conejito parecía muerto, pero justo cuando me empecé a acercar, se movió un poco. Fue tan poco, que apenas me di cuenta. Pero sí: aquella "cosa" había adquirido vida, de cierto modo. 

Intenté salir corriendo, pero mi curiosidad ganó la batalla. Me acerqué poco a poco, pero era como si el robot mismo me estuviese ordenando que me fuese, ya que parecía que me iba a morder en cualquier momento si seguía acercándome. Decidí marcharme, pero aquello no me sirvió de nada, ya que habían otras figuras en los pasillos: más robots. 

Pero estes parecían amigables, ya que se acercaron a mí. Tuve la necesidad de sacarme una foto con ellos, ya que parecía que, al ver mi cámara, esperaban que la sacase. 
Después, se alejaron. Se fueron tan rápido como habían llegado, dejándome solo... y noté que el conejito estaba detrás de mí. Me di la vuelta, y vi que él tenía un papel en la mano. Lo cogí, dudando lo que podía ser. Era una nota, y decía lo siguiente:

Hola, soy Jonathan. He escrito esta nota, ya que me he dado cuenta de que hay... cómo decirlo... gente buscándome por el mundo. En serio, ¿qué queréis de mí? Os aconsejaría que me dejarais en paz... Si un conejito animatrónico os da esta nota, es que habéis llegado... demasiado lejos. Detened la búsqueda. No ganaréis nada si al final conocéis mis secretos... 

-¡Vaya, así que no somos los primeros!-exclamé, riendo.-Sí, deberíamos dejar de estresar a este inocente hombre...

-Jonathan no es para nada inocente...-dijo una voz. Tardé un buen rato en darme cuenta de que era el conejito el que me hablaba.

-¿Cómo? ¿Conoces a Jonathan?

-De alguna manera, sí. Nunca llegué a conocerlo personalmente, pero... no era el tipo de persona que nosotros consideraríamos agradables. Nos construyó para su familia, pero decidió que "no éramos lo suficientemente buenos", y nos encerró en esta pizzería. Por lo menos, un hombre y una mujer compraron el local, y ahora somos libres por fin.

-¿Pero cómo es que estáis vivos? Es decir...

-¿Cómo crees que las creaciones de Jonathan cobran vida? Atrae fantasmas hacia ellas, así consigue darles vida. Nosotros fuimos víctimas de su engaño, y ahora estamos aquí, en una pizzería, poseyendo unos cuerpos animatrónicos.

-Creo que debería dejar de investigar a Jonathan...

-Podría ser la mejor cosa que podrías hacer. Jonathan, si es que sigue vivo, sabe muy bien si le están espiando. Corres peligro, pero alguien debe descubrir los secretos de Jonathan. Ese debes ser tú.

-Esto es mucha responsabilidad...

-¡Por favor, hazlo por nosotros!-entonces, vi a muchos animatrónicos observándome, desde todos los rincones del pasillo. Si de verdad ese Jonathan, antes un buen hombre, pero ahora tomando la figura de villano en mi mente, de verdad atrapaba fantasmas en sus propias creaciones... Entiendo que tuviese las buenas intenciones de hacer las cosas por su familia, ¡pero capturar fantasmas inocentes es inaceptable!

-¡Bien!-exclamé, convencido de mí mismo. De repente, me sentía muy, muy fuerte.-Muy bien, ¡encontraré los secretos ocultos de Jonathan!

Entonces, el conejito sonrió. Casi no se vio, pero sí: consiguió formar una sonrisa. Entonces, me encontraba de nuevo junto al mar. Me caí al suelo, que por suerte era de arena y no de piedra. Mis amigos corrieron hacia mí al verme.

-¡Estábamos preocupados por ti!-exclamó Monkey. Entonces, les expliqué como habían transcurrido las cosas para mí aquel día, cómo de repente aparecí en la pizzería misteriosa, y cómo debíamos investigar a Jonathan todos juntos.

Menos mal que todos estaban de acuerdo con la investigación.




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