Aquella noche me dirigí al hospital para ver cómo estaba el hijo de Willy. En la oscuridad, vi que aún estaba despierto, con un peluche de la bestia que le había hecho daño. El hijo de Willy siempre me pareció llamarse "Evan".
-Evan...-dije.
-Dejadme en paz, fantasmas.-respondió de inmediato. Me había respondido. Me había oído.
-Evan, ¿estás bien?
Evan directamente miró al peluche. Parecía aterrorizado, pero al mismo tiempo demasiado cansado y mal para expresarlo.
-Por favor, Fredbear. Ya me has hecho bastante daño.
-Yo no soy Fredbear. ¿Quién es él?
-¿Fredbear? Es el oso de la pizzería. Mi papá dice que no, pero creo que está vivo. Ya ves lo que me ha hecho. Seguro que papá lo tira al vertedero, para que no me vuelva a hacer daño.
-Evan, te vas a poner bien.
-Fantasma, tengo... miedo.
-Tranquilo, Evan, tranquilo.
-¿Tú quién eres, fantasma?
-Si lo digo, te llevarás una sorpresa. Soy una hormiga, la hormiga favorita de Willy.
-Oh, ya veo. Hasta... mañana... fantasmita.
Evan quedó dormido. Supe que era el momento de marcharme. No podía seguir siendo el fantasma de la hormiga.
Quise ver cómo estaban los Aftons, pero cuando regresé a su casa, me di cuenta de que ya eran las dos de la mañana. Todo estaba en silencio, menos por un ruido de pasos que se escuchaba adelante. Vi un oso hormiguero en el pasillo, mirándome fijamente. Sin embargo, me ignoró completamente.
El oso hormiguero fue pasillo adelante, y con cuidado decidí seguirle. Se estaba dirigiendo a la habitación de Evan. En ella, estaba Michael, sosteniendo una linterna y dando vueltas rápidamente.
-¡Alejaos!-gritó.-¡Por favor, alejaos! ¡Perdonadme!
El oso hormiguero se acercó a Michael, y le atacó.
-¡Michael!-intenté gritar, pero él cayó al suelo, por suerte, inconsciente y no muerto. El oso hormiguero se alejó del chico, marchándose a no se dónde. La habitación tenía un aire triste y vacío, diferente al de la casa de los Aftons cuando el pequeño Evan estaba allí.
Las dos puertas estaban abiertas, y tenían peluches de dos bestias distintas, que tenían algo que ver con las bestias del local de Willy. Una era un conejo, y la otra un pollo. Les llamé Bonnie y Chica.
En el armario, podía distinguir una tercera figura: un peluche de otra bestia, con un parche en el ojo y un garfio: era un zorro. Decidí llamarle Foxy. Y, encima de la cama, había un cuarto y último peluche, representando a un oso muy parecido a la horrible bestia que Evan había descrito como "Fredbear". A este oso sí que lo había oído ser nombrado. Era un nuevo gran proyecto del local de Willy... Freddy Fazbear.
A la noche siguiente, volví a visitar a Evan. Esta vez, predijo que iba a llegar y fue él el que habló primero, lo cual me sorprendió mucho.
-Hola, fantasma. Papá me lo ha contado. Fredbear's va a cerrar.
-¿El local de Willy?
-Sí. Van a cerrar el sueño de papá por culpa de mi hermano. No le digas eso a nadie, pero creo que esos abusones están controlándole. Ya sabes, los de las máscaras de los otros robots que... me lanzaron a Fredbear.
-Sí, los otros. Están arruinando a vuestra familia.
-¿Desde hace cuánto que nos conoces, Fantasma?
-Desde hace... muchos años. Willy fue quien me conoció a mí, por así decirlo. Sin Willy, no estaría aquí. Él me salvó de lo que sería mi fin.
-Fantasma... ¿de verdad crees que saldré de aquí alguna vez? Seré pequeño, pero soy muy listo. Por favor... dímelo.
-Sí. Yo creo que lo vas a hacer. Eres fuerte, Evan.
-¿Entonces por qué estoy hablando contigo? ¿No eres un fantasma?
-No, soy una hormiga... No creo que lo entiendas. Nadie lo entiende. Pensarás que es imposible, y en tu situación es más fácil creer en fantasmas que en animales reales.
-Tengo mucho miedo, Fantasma. ¿Y si es el fin?
-No pienses en eso, Evan, no pienses en eso, por favor.
-De verdad... tengo miedo. ¿Qué pasará?
-No lo sé, pero tienes que saber que estaré aquí, todas las noches, para hablar contigo, hasta que te duermas. Porque no es justo que estés aquí, solo, luchando contra la oscuridad de la noche.
-Gracias, Fantasma, eres lo mejor.
Un resumen de lo que ocurrió después de aquello. Cerraron Fredbear's. Michael seguía luchando contra ese oso hormiguero, aunque en su mente pensase que era un oso. Había veces que alcanzaba a verlo: un oso amarillo y terrorífico, que miraba fijamente a Michael. Pero segundos después, desaparecía. No era real.
La peor noticia de todas es que, a la sexta noche, la familia Afton se reunió en el hospital en mitad de mi charla con Evan. El chico estaba muriendo.
-¡NO!-grité.-¡NO PUEDE PASARTE ESTO!
Toda la familia lloraba. El pobre chico, la persona con la que había pasado tanto tiempo y que tanto me había entendido, había desaparecido rápidamente.
Mientras, en otro lugar, Fredbear estaba entre los escombros. La otra bestia, el conejo que devoraba a Willy, se la había quedado en secreto él mismo. Lo que yo no sabía era que Willy quería volver a por Fredbear.
Pero mientras eso no ocurría, desde la muerte de Evan, Fredbear estaba actuando extraño. Como nadie lo veía, nadie lo sabía. Nadie menos yo.
Volví al local, y en la parte en la que guardaban a las bestias, sólo había escombros, y en medio, estaba él. Pareció reconocerme. Se revolvió, se levantó, y abrió la boca:
-Hola, Fantasma. Soy yo.
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